Está comprobado lo importante que son las imágenes para el aprendizaje, pero el oído colabora de manera inestimable en el proceso de asimilación de la historia; si a eso le sumamos que “el cuento “lo narran los abuelos/as, los padres / madres, profes, en un entorno cariñoso es el culmen de la satisfacción.
Es preferible que la música la pongamos nosotros, o mejor que cantemos, porque los cuentos grabados en CD no surten el mismo efecto, y si llevamos a los niños/as a un cuenta-cuentos o a ver una orquesta que realice una audición de narración con música descriptiva mucho más enriquecedor.
Quién recuerda a Pulgarcito…Tachín tachín,tachón, mucho cuidado con lo que hacéis…..Tachín, tachán, a Pulgarcito no piséis»
Oh…..¡Quién teme al lobo feroz, al lobo, al lobo! en el emblemático cuento de “los tres cerditos”
Oh ¡barro mi casita, tralará, rarita! de la Ratita presumida.
Pero si nos enfocamos hacía la música clásica, debemos, siempre, escuchar fragmentos de corta duración, como El carnaval de los animales, de Saint-Saens, En un mercado Persa, de Albert Ketelbey. La peonza, o 22 de juego de niños, de Bizet.
Cómo no acordarse de Pedro y el lobo de Sergei prokofiev. Picolo, saxo y compañía de André Popp; o de La sinfonía de los juguetes de Edmund Angerer que primero se lo adjudicaban al padre de Mozart, Leopold, y luego a Haydn, pero estudios recientes demuestran que es de Edmund Angerer.
En fin, cualquier música que os parezca bella y os evoque alguna escena, o exprese distintos sentimientos puede ser narrada con una historia fantástica que salga de vuestra imaginación… y cuando la imaginación necesite ayuda os recomiendo los cuentos de la colección: “la mota de polvo” de Fernando Palacios; la colección Pequeño-grande, de Alba Editorial, sobre grandes mujeres de la Historia y la colección Bellaterra Música Ed.
Profesora de música: Rosana Dijón R.